…Camino…

A cuatro mares de distancia de cualquier pozo de agua. En donde el sol es una mezcla de milagro y Dios. La lluvia es un visitante lejano y la Pacha, la madre. Entre bosques ausentes y huellas milenarias. Se encuentra un maestro, cantor improvisado, con ritmo de madero y campo; un pizarrón bajo el brazo, hecho de corcho y cartón.

El diapasón de su guitarra emana vino en cada acorde. Vive enamorado, tiene una novia en cada pulpería. Y una sonrisa que refleja los años. Cada vez que pasa por el boliche compra dos tragos de caña, uno para ella, otro para él.

Desde su rancho hasta el poblado hay “sin cuenta” de kilómetros, que transita en su vieja yegua.

Se levanta cuando el sol todavía duerme. Con guitarra, bombo y pizarrón, sale a rumbear el camino que lo va a llevar hasta la escuela. Va despacio mientras juega a ser “dotor” de quebrachos y corzuelas.

Con los tractores y las aplanadoras no tiene dialogo, dice que no quiere perder tiempo con la muerte. A veces se pregunta por el futuro, y sonríe con cara de pícaro.

Los Cerrillos, embanderada de colores. Muestra sus cimientos de tela, madera y adoquín,  reflejando la humildad y el conocimiento. Su cantidad de alumnos dependen del tiempo, el viento, la lejanía y los huracanes. Obstáculos difíciles de atravesar. Pero no para la Mula Corcovada de los Pereyra.

Los “Hermanos Cuesta”, así los llama el padre: Cuesta levantarlos, cuesta tenerlos quietos y cuesta trabajo bañarlos. Se levantan, en el balde se lavan la cara, mientras buscan sus ropitas para empezar el ritual. En una mesa equilibrista de tres patas desayunan. Y parten antes de que el sol salga, para que “la calor” nos los encuentre en la mitad del camino.

Entre el maestro y los hermanos Cuesta, hay un puente invisible. Hay un dialogo en silencio. Aprender y enseñar es un juego de azar. Las manos arrugadas del maestro toman la tiza, dibuja en el aire colores, paisajes y juegos. Mientras ellos aciertan, se equivocan y aprenden.

 

Callados,

  abrigados,

      buscando,

                      soñando…

 

Dedicado al Grupo “Escuelas Rurales” del CUP

5 comentarios

  1. Y a cada vuelta, me mostras, querido amigo, que sos un mundo poeta. Enamorado de la vida, que le duelen sus dolores.
    Tus ojos que son cielo infinito para soñar, también son la puerta a un mundo de tierra. Tierra originaria, la que hace el vino, la que nos desgracia, la que nos alimenta y nos sostiene.
    Siga, que nos hace mucho mucho bien

  2. Hay tantas realidades que no conocemos, que no experimentamos, que no vemos y que por ahi no estan a tanta distancia como creemos.

    Muy buen post, de vez en cuando es bueno mostrar esto!

    saludos

  3. El encanto no se esconde solo en bosques…puede dejarte con los ojos muy abiertos desde unas palabras o levantar polvaredas en tierras aridas….en la vida simple….del no dialogo con la muerte…que se olvida de los relojes y baila a ritmos de mula ..donde los hombres-niños festejan con su concurrencia los lazos mas sagrados…..los buenos encuentros.

    y que gusto que esos caminos se dejen ver en estos espacios.!!

    Abrazoss

  4. Usted sí que es todo un poeta, un apasionado de las letras… Gracias por tu comentario yo puedo decir lo mismo de tu blog y aunque lo subjetvo acá este presente, no deja de hacernos pensar y descubrir cosas de la vida y la imaginación.
    Felicitaciones por tanta creatividad!
    Escribís hermoso

  5. Un momento de reflexión. Instantes que por fin llegan para hacernos valorar lo que tenemos a la vez que nos hacen reaccionar sobre cuánto otros necesitan nuestras manos, pensamientos, ganas y alegría… pero sobre todo un corazón dispuesto a ayudarlos y contenerlos. Voluntad y compromiso es lo que nos falta para poder doblegar esta realidad a la que muchos le dan la espalda por caminar sin mirar o por observarla pero no se detenerse.
    Acto u omisión, cada uno elije. Pero lo cierto es que estos niños así están y que «alguien» algo tiene que hacer: ese «alguien» somos nosotros.
    Excelente post Cumpito!


Comments RSS TrackBack Identifier URI

Replica a Belen Cancelar la respuesta